"Comandante Benito"
Ignacio Valenzuela
Nació el 02 de noviembre de 1956 en un barrio de Santiago, capital de Chile, Ignacio vivió apresuradamente, como sabiendo que no disponía de mucho tiempo.
Sus estudios los realizó en distintos planteles educacionales de la capital. El liceo 7 de Nuñoa fue uno de ellos donde cursando el séptimo grado, y siendo casi un niño con apenas diez años de edad, se encontraba en el centro de la ciudad y vio cuando la policía apaleaba y tiraba bombas lacrimógenas, preguntó en aquel entonces por qué hacía eso la policía, le respondieron que para proteger el orden. Su comentario a tal respuesta fue que la gente no hacía nada, "marchaban y gritaban nada más..., el desorden lo hace la policía".
A los 14 años se incorpora al Partido Comunista Chileno.
Luego vino el liceo 17 donde cursó la educación media y es donde destacan sus cualidades en defensa de sólidos principios adquiridos en el transcurso de su corta vida. Luego vino otro liceo donde la izquierda era una minoría, a pesar de esta dificultad persistió en su trabajo consolidando cada vez más sus convicciones enfrentado a complejos y apasionados debates en el ambiente extremadamente politizado y tenso que existía en el país luego del triunfo de la Unidad Popular en 1970.
Luego vino el golpe militar donde fue testigo del terrorismo de estado institucionalizado en Chile. La mirada de Ignacio se endurece y -a pesar de su juventud- le fue imposible no sentir profundo dolor ante lo que presenciaba. Lloró cuando supo de la muerte del presidente Salvador Allende, pronto vinieron los allanamientos, en octubre la detención de su padre, se movieron influencias y a los seis días estaba de vuelta. Dentro de este oscuro panorama siguió sus estudios, pudo concluir la enseñanza media para luego postular a la universidad.
En el año 1974 ingresa a la carrera de ingeniería comercial de la Universidad de Chile, empezó a realizar un trabajo cultural y social pero esto a él no le bastaba, sabía que había que dar un paso más adelante para llegar a la organización política. Por sus actividades en la Universidad fue arrestado en varias oportunidades.
La trayectoria política de Ignacio comenzó al incorporarse a la Juventudes Comunistas donde llegó a ser el encargado del Comité de Escuelas, responsable de dos bases; en 1979, miembro de la Dirección de Estudiantes Comunistas, que es en la práctica una Dirección Regional, luego miembro del Comité Central. Después militó en el Frente Cero, que salió a enfrentar a la dictadura, sin tener la mínima preparación física, psicológica ni técnica. Este movimiento fue liquidado, absolutamente destruido o infiltrado.
Los que sobrevivieron como Ignacio, enriquecidos con esa experiencia, participaron en la constitución del Frente Patriótico Manuel Rodríguez donde se lograría un nivel más elevado en la capacidad combativa. Allí se entregó por entero a la lucha contra la dictadura. Ignacio se inició en el FPMR siendo un cuadro de reconocida capacidad política. Su modestia, carencia de ambiciones personales, abnegación, mística, entrega, dedicación con sus subordinados y su carácter recio lo hicieron uno de los hombres mas respetados de la organización llegando a ocupar diversas responsabilidades. Como instructor y encargado de escuelas tuvo a un gran número de combatientes bajo su mando. De él dependían recursos y vidas humanas que manejó siempre con exigencia y responsabilidad. Después de una breve pero intensa trayectoria llegó a ser jefe de zona en la capital y miembro de la dirección nacional de la organización.
Numerosas son las acciones que planificó y llevó a cabo. Dentro de ellas destacan acciones de hostigamiento a cuarteles de la siniestra y criminal CNI, asaltos a las armerías, el secuestro del militar del ejército Chileno Coronel Haverle que posteriormente fue entregado sano y salvo a sus familiares. Participó en el rescate de Fernando Larenas, combatiente recluido en una clínica por haber sido gravemente herido y capturado en una escaramuza. Ese fue el primer rescate de un combatiente del Frente. En todas ellas dejó un legado de respeto y admiración muy difíciles de olvidar. Ignacio era un hombre como cualquier otro, estudiaba, trabajaba, formó una familia. Tenía esperanza en un mundo mejor y eso lo impulsó a luchar.
A los treinta años, el día 15 de Junio de 1987, sus asesinos le dispararon a mansalva y a quemarropa, por la espalda, como sólo los traidores suelen hacerlo, sin darle oportunidad de defenderse, conocían de su arrojo, valentía y su decisión de morir combatiendo. La única forma de terminar con su vida era sin mirarle a la cara, cobardemente y a traición. Del cuerpo exánime de Ignacio los homicidas vieron escapar su sangre a torrentes, pero estos verdugos no pudieron ver el ejemplo de Ignacio que desde siempre otorgó a los rodriguistas. Su entrega, mística y decisión de luchar eran parte de los rasgos que definían a Ignacio como miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Sabemos que sus asesinos podrán morir de viejos, aunque temerosos de que les sean cobradas sus deudas y ajustadas sus cuentas. Saben que los están mirando los ojos ciegos de sus víctimas. Saben que los ojos de los vivos también los están mirando. Perdidos en un sombrío submundo no tienen, no podrán tener un lugar de verdadera paz. Ignacio -para los rodriguistas y para todos aquellos que lo conocieron - ocupará por siempre el mejor lugar en el monumento a la dignidad de los hombres.
¡Hasta siempre Hermano Ignacio!
Por la memoria de nuestros héroes...
Ni un minuto de silencio, toda una vida de combate